Durante la última cumbre de Putin y Pezeshkian en Ashgabat la agencia TASS citó al presidente ruso, Vladimir Putin, quien dijo que Irán y Rusia son “activos en el escenario internacional” y que sus “enfoques de los acontecimientos” en ese ámbito son a menudo muy similares. El presidente ruso también señaló que “Rusia apoya el debate internacional más amplio posible sobre las normas de interacción en el mundo multipolar emergente”, y agregó que Moscú está “abierta a discutir temas de construcción de un nuevo orden mundial con todos nuestros amigos, socios y personas de ideas afines, incluyendo dentro de la CEI, la Unión Económica Euroasiática, la Organización de Cooperación de Shanghai y el grupo BRICS”. Agregó que “la paz mundial y el desarrollo pueden garantizarse solo teniendo en cuenta las opiniones de cada estado y pueblo y respetando su soberanía”. Según la agencia rusa, al final de la reunión, Putin invitó al presidente iraní a visitar Rusia.
Se espera que la próxima visita de Pezeshkian sirva para firmar el acuerdo de asociación estratégica de 20 años, que Rusia e Irán han estado negociando para elevar sus relaciones a una nueva fase. Este acuerdo viene a consolidar la asociación de Irán con las grandes potencias de las mencionadas en los bloques anteriores, en especial la Organización de Cooperación de Shanghai y el bloque BRICS a los que Irán se incorporó hace unos pocos meses. Cabe recordar la firma también por parte de Irán de un acuerdo similar de 25 años con China, que es actualmente el primer socio comercial de aquel país.
Es natural que los responsables políticos y los observadores de las potencias occidentales sigan de cerca estos encuentros, sobre todo porque la relación entre Moscú y Teherán, junto con la recién aproximación entre Pekín y Pyongyang y la alianza de este último con Moscú, está provocando una creciente preocupación entre ellos, lo que ha llevado a algunos de ellos a advertir que Washington se enfrenta a su “momento más difícil” desde la Guerra Fría.
En este contexto, un informe de la fundación estadounidense Carnegie Endowment for International Peace indica que las nuevas alianzas geopolíticas plantean un serio desafío a la “al orden global” impuesto por EEUU tras la Guerra Fría y añade que el vínculo actual entre ambas partes no se “romperá fácilmente”, porque ambos consideran que el orden global liderado por EEUU es “débil y cuestionable”.
Según el informe, uno de los pilares más importantes de esta asociación son las preocupaciones comunes ruso-iraníes sobre los intentos estadounidenses de socavar la estabilidad de estos países y sus aliados y amigos, especialmente mediante revoluciones de colores. Los partidarios de este punto de vista recuerdan que Moscú y Teherán han expresado claramente sus aspiraciones a un “mundo postamericano”, en referencia a un mundo en el que el poder político, económico y militar estadounidense se haya reducido significativamente.
Por su parte, el periódico estadounidense “The Washington Post” informó recientemente que, con la escalada de tensiones en Oriente Medio, hay que tener en cuenta que esta región es sólo uno de los tres escenarios del mundo en los que “los adversarios de EEUU están tratando de derrocar el actual orden internacional”, refiriéndose a la guerra en Europa y al ascenso de China en Asia.
Si eso no fuera “suficientemente preocupante”, continúan los defensores de esta visión, “hay indicios crecientes de que el “eje de potencias revisionistas” está en constante coordinación y se ayuda mutuamente”, citando un informe de The Economist que dice que el “Cuarteto” (China, Irán, Corea del Norte y Rusia) está intercambiando armas, suministros y, lo más importante, conocimientos técnicos y tecnología.
El informe afirma que Teherán y Pyongyang están suministrando armas a Moscú, algo que estos dos han negado, mientras que Rusia está compartiendo información con Irán sobre cómo bloquear drones y desactivar sistemas GPS, y está “enviando equipo militar occidental confiscado a Teherán para que los iraníes puedan analizarlo”. El gobierno de EEUU también estima que el 90 por ciento de las importaciones de microelectrónica de Rusia y el 70 por ciento de sus máquinas herramienta provienen ahora de China, gran parte de ellas de “doble uso”, lo que significa que pueden usarse en la “industria de las armas”.
Estos informes, que exponen el punto de vista de los círculos gobernantes occidentales, rezuman de una clara hipocresía. Según tales apreciaciones, los países occidentales tienen derecho a enviar armas a quien quieran, incluyendo el régimen genocida israelí, que comete miles de asesinatos, incluyendo de mujeres y niños, con ellas. Sin embargo, tratan de presentar cualquier transferencia de armas de los países rivales como una “amenaza” sobre todo porque tales armas servirán para fortalecer la defensa y seguridad de las naciones independientes y ayudarles a neutralizar las amenazas procedentes de los países occidentales y sus aliados.