El periódico norteamericano The New York times ha ofrecido detalles del tratamiento denigrante sufrido por el primer ministro libanés Saad Hariri en Riad, donde fue obligado a leer una dimisión preparada bajo coacción.
Mientras algunos detalles habían ya surgido de las circunstancias de la estancia de tres semanas en Arabia Saudí, más detalles aparecieron en un informe el domingo en el New York Times, que utilizó como fuente “una docena de responsables occidentales, libaneses y regionales para trazar un mejor cuadro de lo que le ocurrió a Hariri en Riad”.
El periódico afirma que él recibió un mensaje del rey saudí cuando estaba en Beirut (“Ven ahora”) antes de un encuentro que había sido planeado para unos días más tarde.
Un analista libanés bien conectado dijo que Hariri fue también invitado a pasar un día en el desierto con el príncipe Mohammed bin Salman.
“Sin embargo, cuando él (Hariri) aterrizó en Riad, responsables saudíes llevaron a Hariri a su casa y le dijeron que esperara -no por el rey, sino por el príncipe-. Él esperó desde las 6 de la tarde a la 1 de la madrugada”, pero nadie vino.
“A la mañana siguiente, él fue convocado a la oficinas oficinas reales a las 8:30”, una hora inusualmente temprana para los estándares del reino”.
Creyendo que iría de camping con el príncipe, Hariri se puso unos pantalones tejanos (jeans) y una camisa de manga corta y fue así a las oficinas reales.
“Sin embargo, en lugar de ello, él fue privado de sus móviles, separado de todos excepto uno de sus guardaespaldas y empujado e insultado por los guardias de seguridad saudíes”, indica el artículo. “Luego, llegó la última indignidad: Le fue entregado un discurso de dimisión y fue obligado a leerlo ante la televisión saudí”.
Falta información sobre lo que ocurrió desde la llegada de Hariri a Riad y el discurso de dimisión. El Times citó a responsables libaneses, que describieron ese intervalo como una “caja negra”.
“Ellos (los responsables libaneses) dijeron que eran reticentes a presionar a Hariri para que diera detalles. Al ser preguntado, dijo uno de los responsables, Hariri desvió hacia abajo la cabeza y dijo que era peor de lo que ellos suponían”, según el informe.
Hariri, que tiene negocios e intereses en Arabia Saudí, fue maltratado por responsables saudíes y también fue amenazado con que haría frente a “cargos por corrupción”, según uno de ellos.
Él leyó la dimisión “desde una sala que estaba junto al hall de la oficina del príncipe” Mohammed bin Salman.
“Funcionarios libaneses”, dijo el informe, “empezaron a visitar a los perplejos diplomáticos occidentales con un mensaje inusual: tenemos razones para creer que nuestro primer ministro ha sido detenido”.
Hariri “finalmente fue colocado con guardias saudíes en una casa de huéspedes de su propiedad y se le prohibió ver a su esposa e hijos”.
Algunos diplomáticos occidentales pudieron reunirse con el primer ministro libanés allí, y, según el informe, “había dos guardias saudíes en la sala (durante esas reuniones) … y cuando los diplomáticos preguntaron si los guardias podían irse, Hariri dijo que no, que debían quedarse”.
Este drama fue visto como un intento saudí de romper el equilibrio político en el Líbano en perjuicio de Hezbolá, que compartía el poder tanto en el Parlamento como en el gobierno de Hariri con otras facciones libanesas.
El informe del Times señaló cómo Mohammed bin Salman estaba intentando utilizar a Hariri como un “peón” contra Irán “como si fuera un empleado (de Riad) y no el primer ministro de un país soberano”.
Pero, en cambio, el pueblo libanés de todas las inclinaciones políticas pronto mostró un apoyo masivo a su primer ministro, exigiéndole que regresara y continuase trabajando de manera segura. El secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, también expresó su apoyo a Hariri.
El informe dice que los funcionarios occidentales se preguntan qué es lo que Arabia Saudita “esperaba lograr con toda esta intriga”.
“Algunos no descartan la posibilidad de que tuviera como objetivo fomentar un malestar interno en el Líbano, o incluso provocar una guerra”, agregó.
El informe dijo que el ministro saudí de Asuntos del Golfo (Pérsico) Thaber al Sabhan, que se cree fue una figura clave en el plan Hariri, “recibió una recepción fulminante” en una visita a Washington, donde funcionarios estadounidenses “exigieron que Sabhan explicara por qué Riad estaba tratando de desestabilizar el Líbano”.
Sabhan, ex embajador en Iraq, fue expulsado de este país por sus ataques a las milicias iraquíes y apoyo a los grupos terroristas. Más tarde, ha estado amenazando al Líbano y sus ciudadanos.
“Ahora, Hariri permanece en el cargo con nueva popularidad, y Hezbolá es más fuerte que antes”, agregó el Times.
Hariri declaró abruptamente su renuncia en una ubicación entonces desconocida en Arabia Saudí y desde el canal saudí Al Arabiya el 4 de noviembre, acusando a Irán y Hezbolá de interferir en la región y señalando que ésta era su razón para renunciar.
Pero el presidente libanés Michel Aoun, que sospechó desde el principio que Hariri no había renunciado por su libre voluntad, se negó a aceptar su dimisión y exigió su regreso de Arabia Saudí. Las fuentes de inteligencia libanesas pronto concluyeron que Hariri estaba bajo coacción en Riad.
Ese drama terminó cuando Hariri regresó a Líbano el 22 de noviembre y rescindió su renuncia el 5 de diciembre.
Hariri, mientras tanto, ha continuado trabajando con un apoyo renovado y una unidad más fuerte entre el pueblo libanés y los grupos políticos.
Source: The New York Times