El periódico norteamericano The New Yorker ha publicado un informe en su sitio de Internet de Dexter Filkins, en el curso del cual se analizan las últimas tomas de posición adoptadas por el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, en cooperación con la Casa Blanca y más en concreto con Jared Kouchner, consejero y yerno del presidente norteamericano Donald Trump.
Filkins menciona en este artículo la detención en Riad del primer ministro libanés, Saad Hariri, el 3 de noviembre de 2017.
Cuando Bin Salman convocó a Hariri a Riad, éste recibió una llamada de teléfono mientras se preparaba para comer con la ministra de Cultura francesa, Françoise Nyssen, pero no podía ignorar a Bin Salman, dado que el primer ministro libanés es también un ciudadano saudí
La relación de Bin Salman con Hariri se ha deteriorado debido a las posturas anti-iraníes y anti-Hezbolá del príncipe heredero. Los saudíes quieren que Hariri se enfrente a Hezbolá, pero el primer ministro libanés no puede ni quiere crear una grave crisis interna en el Líbano.
Cuando Hariri fue convocado para reunirse con Bin Salman esperaba ser objeto de un recibimiento caluroso por parte de la familia real. “Hariri pensaba que todos sus problemas con Bin Salman se habían resuelto”, confió un asistente de Hariri a Filkins.
Sin embargo, él fue detenido por la policía saudí a su llegada. Según dos antiguos responsables norteamericanos activos en la región, Hariri estuvo retenido en una estancia durante once horas.
“Los saudíes lo colocaron en una silla y le golpearon varias veces”, reveló el asistente.
“Más tarde, en un vídeo surrealista transmitido por la televisión saudí, Hariri, que parecía agotado, leyó un discurso de dimisión (como primer ministro), alegando que huyó del Líbano para escapar de un complot iraní para matarlo. Hariri prometió que “las manos de Irán en la región serán cortadas”, una declaración que convenció a muchos libaneses de que el discurso había sido escrito por los saudíes.
Bin Salman intentó sustituir a Saad Hariri por su hermano Bahaa, que pasa una gran parte de su tiempo en Mónaco.
Según el autor del artículo, “existen indicaciones de que Bin Salman coordinó estas acciones (contra Hariri) con la Administración Trump. Un antiguo alto cargo de los servicios de inteligencia próximo a la Casa Blanca reveló que Bin Salman recibió una luz verde de Washington para destituir a Hariri”.
Él artículo señala que Hariri fue al fin liberado tras la movilización de los dirigentes libaneses (que denunciaron el secuestro de Hariri y se negaron a aceptar su dimisión) y de varios responsables occidentales.
Source: The New Yorker