EEUU debe darse cuenta de que no tiene ningún papel militar que jugar en el futuro de Siria, señala la publicación bimestral de The National Interest en un artículo publicado en su sitio el 23 de septiembre.
“El candidato Donald Trump parecía diferente de sus predecesores. Criticó las interminables operaciones de guerra en Oriente Medio y quería que las fuerzas estadounidenses abandonaran Siria. Pero los responsables de la administración estadounidense dijeron recientemente que no tenían prisa por salir de la guerra en Siria y amenazaron al gobierno de Assad con ataques militares por el presunto uso de armas químicas. ¿Por qué?
“El conflicto que ha durado siete años se encuentra ahora en su fase final. Con el apoyo de la Fuerza Aérea rusa y sus aliados, el Ejército sirio ha derrotado a varios grupos (terroristas) en todo el país. La ciudad de Damasco ahora está a salvo y los terroristas han sido eventualmente expulsados de los suburbios circundantes. Algunas partes de Homs y Alepo están en ruinas, pero la lucha ha finalizado allí. El gobierno tiene un firme control sobre la gran mayoría del país”, señala la publicación.
Solo la provincia de Idleb permanece bajo el control de grupos terroristas y las fuerzas leales al presidente Bashar al Assad están preparando lo que podría ser la ofensiva definitiva. Con la ayuda de Irán y Rusia, Damasco ciertamente restaurará su control sobre Idleb al eliminar o evacuar de allí a los grupos armados extremistas y takfiris.
En este punto, solo los territorios del norte y sudeste del país, donde se encuentran las bases estadounidenses, están fuera de control en Damasco.
La política de EEUU ha sido contraproducente, incluso irracional, durante todo el conflicto. La administración Obama originalmente llamó a Assad un “reformador”. Luego, Washington exigió su desalojo. A medida que el conflicto evolucionó, EEUU comenzó operaciones supuestamente contra Daesh, mientras ejercía presión para expulsar a Assad, que desplegó las fuerzas más fuertes y poderosas contra el grupo terrorista.
Los llamados grupos “moderados” luego se beneficiaron de la ayuda estadounidense, pero esta acabó yendo a parar a grupos más radicales.
“En general, la política de EEUU no solo fue un fracaso, sino un desastre. Washington logró despertar esperanzas entre los oponentes de Assad, prolongando la guerra y aumentando sus costos. El apoyo financiero y logístico norteamericano ha reforzado a los terroristas, que representan un desafío mucho más grande para EEUU que Damasco (…)”, añade.
“Finalmente, Washington reforzó su reputación de ser no solo descuidado, sino también irresponsable en sus ataques a países, independientemente de lo que probablemente seguiría. Assad es un líder tribal fuertemente apoyado, especialmente por las minorías sirias, que han visto las consecuencias de la invasión de Iraq por parte de EEUU y que no quieren que este escenario vuelva a suceder”, concluye la publicación.
Source: The National Interest