Han pasado más de diez días desde que los combatientes de la Resistencia iraquí, el Hashid al Shaabi, están llevando a cabo una operación antiterrorista fulgurante en Al Anbar, Salaheddin y Nínive. Lo hacen bajo las narices de los temerosos estadounidenses, que han optado por realizar ejercicios militares al este de Arabia Saudí, a 70 kilómetros de las fronteras con Iraq. Lo que molesta y preocupa especialmente a los norteamericanos, cuyo destacamento principal está estacionado en Al Anbar, es que la operación del Hashid al Shaabi, en la que participa activamente la Fuerza Aérea Iraquí, se lleva a cabo en coordinación con el Ejército sirio, que actúa en Deir Ezzor, a lo largo de esta frontera sirio-iraquí que EEUU quería controlar para así evitar cualquier conexión entre el territorio sirio e Iraq.
Y la operación militar sirio-iraquí, además del descubrimiento y desmantelamiento de docenas de guaridas y artefactos explosivos y la captura de líderes terroristas en el lado iraquí, tuvo otro efecto espectacular: el regreso de los puestos fronterizos sirios. Esto significa que esta frontera está ahora bajo el control de las Fuerzas Armadas sirias e iraquíes para consternación de los responsables estadounidenses y sus agentes.
Un funcionario de seguridad iraquí acaba de confirmar la noticia. “Estos puestos fronterizos son para la seguridad y la protección de las fronteras y operan bajo el mando de la policía siria. Ya existe una estrecha cooperación entre estos puestos de control y los guardias fronterizos iraquíes para evitar que los terroristas se infiltren en el territorio iraquí y vigilar las zonas comunes”, dijo. “El establecimiento de puntos de control cerca de las fronteras entre Iraq y Siria fortalecerá la cooperación de seguridad entre los dos países para evitar cualquier infiltración y circulación de los residuos del grupo terrorista Daesh”.
Este anuncio espectacular representa un gran revés para EEUU, cuyas tropas estacionadas ilegalmente en Al Tanf (Siria) y Al Anbar (Iraq) han desestabilizado las fronteras sirio-iraquíes. La reacción de Washington a esta operación conjunta se dio a dos niveles: según fuentes cercanas al primer ministro Adel Abdel Mahdi, EEUU se negó por tercera vez a entregar un visado al jefe del gobierno iraquí. El primer ministro debería haber viajado a Nueva York para reunirse con el presidente de EEUU. ¿El motivo? La negativa categórica del Estado iraquí a someterse a las demandas estadounidenses: Trump quiere la disolución del Hashid al Shaabi y no su integración en las Fuerzas Armadas, según lo decidido por el primer ministro. Trump quería también imponer al Estado iraquí varios contratos por un valor de 100.000 millones para compañías estadounidenses. Estos son contratos estaban destinados a cortar la hierba bajo los pies de las empresas iraníes.
Una segunda respuesta de EEUU al deslumbrante éxito de las operaciones militares de Iraq y Siria fue sangrienta. Tres personas murieron y otras 20 resultaron heridas en una doble explosión que ocurrió la noche del lunes 15 de julio en un lugar de culto shií, al suroeste de Bagdad.
Según Al Sumaria, dos terroristas detonaron sus cinturones de explosivos cerca de este lugar de culto shií donde los fieles rezaban. Ningún grupo ha asumido aún la responsabilidad de este doble ataque, pero las células durmientes de Daesh todavía están activas en Iraq.
Source: Press TV