“El colapso de la demanda de sus principales exportaciones significa que los saudíes no son tan poderosos como eran”, dice un periódico británico, que afirma que tras la pandemia de la Covid-19, el Reino Unido debería revisar sus vínculos con Arabia Saudí.
El diario británico The Guardian publicó un artículo sobre las relaciones entre Londres y Riad el domingo 3 de mayo, que analiza las razones por las cuales este es el momento perfecto para romper este vínculo.
“Ahora que nos estamos volviendo más autónomos en el terreno de la energía. Ahora es el momento perfecto para alejarnos de un régimen odioso”, afirma el diario.
Las caídas dramáticas en los precios mundiales del petróleo son principalmente el resultado de un colapso en la demanda debido a la pandemia de coronavirus. Otros factores anteriores a la crisis también están en juego: la guerra de precios de este año entre Arabia Saudí y Rusia, la sobreproducción, que resulta en excedentes de petróleo crudo, y la falta de capacidad de almacenamiento.
Sin embargo, las explicaciones convencionales del mercado ocultan una historia más grande y emocionante. Es la historia de la revolución de la energía verde y limpia, el uso creciente de la energía eólica y solar y el final potencial de la era de los combustibles fósiles. Las energías renovables representarán casi el 30% de la demanda mundial de electricidad este año.
La semana pasada, el Reino Unido rompió un récord al pasar 18 días consecutivos sin recurrir a la electricidad derivada del carbón, según datos de National Grid. El Reino Unido también alcanzó un nuevo récord solar el 20 de abril.
Las relaciones disfuncionales y a menudo embarazosas del Reino Unido con Arabia Saudí, uno de los mayores productores de petróleo del mundo, deberían ser parte de esta reevaluación posterior a la pandemia, señala el periódico.
Una de las razones principales de la alianza bilateral es el apetito aparentemente insaciable de Riad por las armas. Según un análisis de la Campaña de Comercio de Armas, el Reino Unido vendió 15.000 millones de libras de armas y servicios a Arabia Saudí entre 2015 y 2019. Se cree que miles de trabajadores británicos dependen de estas ventas.
Muchas de estas armas se utilizaron en la guerra de los saudíes en Yemen, que entró en su sexto año mortal en marzo. La ONU dice que la guerra ha contribuido a la peor crisis humanitaria del mundo. En junio de 2019, el Tribunal de Apelación suspendió la venta de armas del Reino Unido al reino saudí, citando preocupaciones sobre un “patrón histórico de violaciones del derecho internacional humanitario”.
Si se eliminan el petróleo y las armas de la ecuación, ¿qué queda para vincular al Reino Unido con un régimen antidemocrático cuasifeudal conocido por sus abusos contra los derechos humanos, la represión contra su minoría musulmana shií y la discriminación institucionalizada contra las mujeres?
Una justificación a menudo escuchada para hacer la vista gorda a lo que Arabia Saudí está haciendo es que los saudíes están proporcionando información muy valiosa en la lucha contra grupos terroristas como el Daesh y Al Qaida. Pero es una arma de doble filo. El régimen saudí carece de legitimidad. Se enfrenta a un desafío regional con Irán y sus propias amenazas de los extremistas sunníes. Parece incapaz, a pesar de las reformas superficiales, de satisfacer las aspiraciones de una población joven en favor de una sociedad más abierta y un sistema más participativo.
Los altos niveles de inversión saudí en negocios y bienes británicos también se utilizan como excusa para mantener el status quo. Pero si nada más lo hace, el brutal asesinato del periodista Yamal Khashoggi en 2018 supuestamente por orden del príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, debería destruir esa complacencia, concluye The Guardian.
Source: The Guardian