El 29 de mayo, sitios rusos publicaron la noticia de que “el presidente ruso Vladimir Putin firmó un decreto que autoriza a los Ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores a llevar a cabo negociaciones con el gobierno sirio con miras a entregar al Ejército ruso instalaciones y áreas adicionales en Siria.”
Muchos consideraron esta noticia un paso natural en el contexto de los nuevos acuerdos firmados entre los dos países. El debate en curso revivió el interés sobre el papel que pueden jugar los acuerdos entre Damasco y Moscú para enfrentar las sanciones de la Ley Cesar estadounidense contra Siria y su impacto en las relaciones económicas y comerciales entre los dos países, como ha sido el caso de otras sanciones en los últimos años.
Los observadores vinculan la implementación de los recientes acuerdos sirio-rusos, la expansión de su alcance y la activación de la llamada Ley César, ya que este movimiento es, en su opinión, una señal de que la Federación Rusa quiere resistir estas sanciones y busca consolidar las nuevas ecuaciones establecidas en enero de 2017, cuando el Parlamento ruso aprobó el establecimiento de un centro logístico para la Marina rusa en Tartus durante un período de 49 años años, luego de acordar con el gobierno sirio que Rusia expandiría y modernizaría las capacidades del puerto. Está previsto que el costo de la inversión ascienda a alrededor de 500 millones de dólares en cuatro años. Fuentes familiarizadas con el archivo creen que la inversión rusa en el puerto puede desempeñar un papel fundamental para romper el bloqueo contra Siria en las próximas etapas.
Las relaciones económicas entre los dos países han sido testigos de la firma de numerosos acuerdos durante y antes de la guerra de Siria. En este contexto, el analista y economista Shadi Ahmed dijo, en una entrevista con Al Akhbar, que “hay acuerdos firmados en los años 2007, 2011, 2014 y 2018, y las relaciones económicas están en algún modo separadas del contexto de las relaciones militares entre los dos países”. A finales de 2019, los dos países firmaron un acuerdo de cooperación aduanera llamado “Corredor Verde”.
El objetivo de este corredor es facilitar la entrada de productos sirios en los mercados rusos después de reducir la duración de los procedimientos aduaneros de rutina, en preparación para permitir que los productos sirios compitan en el mercado ruso a fin de expandir el intercambio comercial sobre bases sólidas para desarrollar las inversiones y la cooperación bilateral. El año pasado, Putin se refirió a “la importancia de ayudar a Siria a revitalizar su economía y reparar su infraestructura” en medio de información que circula en Siria que dice que Rusia ha invertido más de 1.000 millones en los últimos años para ayudar a restaurar las infraestructuras.
Del mismo modo, el viceprimer ministro ruso, Yuri Borisov, declaró durante su visita a Siria el año pasado que Rusia “tiene la intención de invertir en ferrocarriles y desarrollar nuevos ferrocarriles que unan el Mar Mediterráneo con el Golfo Pérsico a través de Iraq y Siria”, incluyendo a través del puerto de Tartús.
Las compañías rusas también han invertido en la única fábrica de fertilizantes en Siria, que se encuentra en Homs y que hace aproximadamente un año reanudó su actividad, después de que dejara de operar durante años debido a la guerra, y planea ahora abastecer el mercado regional con productos agrícolas. El contrato de inversión se extiende por más de 40 años y su costo operativo aproximado es de aproximadamente 200 millones de dólares.
El nivel de las relaciones bilaterales se mantendrá y expandirá bajo la Ley César de sanciones, señalan los expertos, máxime teniendo en cuenta el interés de los países aliados de Siria de mantener su apoyo a este país por razones estratégicas y económicas.
Source: Al Akhbar