Decenas de millones de estadounidenses acuden a las urnas el martes 3 de noviembre para elegir entre Donald Trump y Joe Biden en unas elecciones presidenciales históricas en un EEUU extremadamente dividido.
Favorito en las encuestas desde hace meses, Joe Biden, de 77 años, ex vicepresidente de Barack Obama, espera finalmente hacerse con las llaves de la Casa Blanca en su tercer intento.
Armado con su innegable energía en las gradas, el presidente republicano saliente, de 74 años, que ha liderado una campaña de una agresividad inaudita, promete volver a sorprender como en 2016.
“¿Puede (Biden) ganar realmente? ¿Hablamos en serio aquí?”, bromeó el lunes por la noche desde Kenosha, Wisconsin, la penúltima etapa de un maratón de cinco mítines en cuatro estados.
“Tengo la sensación de que mañana nos dirigimos hacia una gran victoria”, dijo Joe Biden casi simultáneamente desde Pittsburgh, la ciudad donde comenzó su campaña hace 18 meses.
La campaña ha estado dominada por la pandemia Covid-19, que se ha cobrado más de 236.000 vidas en EEUU y ha empeorado en los últimos días.
“País dividido en dos bloques”
Mientras algunas ciudades se preparan para posibles estallidos violentos, EEUU le está dando al mundo la imagen de un país dividido en dos bloques que ya no se comunican entre sí.
Durante meses, Donald Trump ha agitado escenarios apocalípticos, el espectro de una “izquierda radical” preparada para transformar el país en una “Venezuela a gran escala”.
Los demócratas, encabezados por Joe Biden y Barack Obama, están aumentando las advertencias sobre las consecuencias potencialmente devastadoras para la democracia y las instituciones democráticas de un segundo mandato de Trump.
Casi 100 millones de estadounidenses ya han votado por adelantado, en persona o por correo, para evitar las mesas electorales abarrotadas en medio de la pandemia. Durante semanas, Donald Trump ha criticado esta opción, acusándola sin pruebas de promover el fraude electoral.
Por un lado, un heredero neoyorquino, un magnate inmobiliario que pasó por los reality shows antes de irrumpir en la política con un mensaje populista, “EEUU primero”, y que sigue presentándose como un “forastero”, a pesar de sus cuatro años en la Casa Blanca.
Por otro, un viejo político de clase media -36 años como senador y ocho más como vicepresidente- que promete curar las heridas de un país magullado.
Después de dos fracasos en 1988 y 2008, Joe Biden ganó las primarias de su bando con un mensaje simple: derrotar a Donald Trump, considerado como “el peor presidente” en la historia reciente de EEUU.
Poco a poco, ha convertido la elección del martes en un referéndum sobre la gestión de la pandemia por el presidente republicano.
Este último ha seguido atrapado en esta crisis de salud, que siempre ha tratado de minimizar.
Hasta que él mismo fue infectado y hospitalizado a principios de octubre. “Estoy curado” e “inmune”, insiste desde entonces y ha pedido a los estadounidenses que no permitan que el Covid-19 “domine” sus vidas.
Participación muy alta
Se prevé que la participación sea históricamente alta. Más de 97 millones de votantes ya habían votado temprano el martes, por correo o en persona, es decir, más del 70% del número total de votantes de 2016.
La acumulación récord de votos por correo, que en algunos estados pueden fluir días después del martes, también corre el riesgo de complicar el recuento o incluso retrasar el anuncio de un ganador si la diferencia de votos entre ambos es estrecha.
“Tan pronto como terminen las elecciones, nuestros abogados estarán listos”, advirtió Donald Trump, quien, en un gesto sin precedentes para un presidente en funciones, se negó obstinadamente a comprometerse a aceptar el resultado de la votación.
Para ganar, un candidato no necesita tener una mayoría de votos a nivel nacional sino una mayoría de al menos 270 de los 538 compromisarios a nivel estatal.
El martes por la noche, primero, todos los ojos estarán puestos en Florida, uno de los estados centrales más decisivos. Sin este estado, que ganó en 2016, es casi imposible para Donald Trump lograr una victoria.
Por otro lado, si logra mantener Florida, donde está codo con codo con Joe Biden en las encuestas, la atención se desplazará a Pensilvania, el estado natal del demócrata. Allí, las intenciones de voto son un poco más favorables para Biden, pero con una brecha cercana al margen de error.
Source: Agencias