Hace seis años, la coalición liderada por Arabia Saudí llevó a cabo sus primeros bombardeos en Yemen como parte de su esfuerzo dirigido a reinstaurar en el poder al presidente fugitivo Abed Rabbo Mansur Hadi. Este último es actualmente un títere de los saudíes, que carece de poder, autoridad y legitimidad. No solo no ha podido instalarse en la capital, Sanaa, sino que su sede en Adén ha sido atacada por militantes del Consejo de Transición del Sur.
Los saudíes creyeron que la guerra duraría unas semanas y confiaban en una rápida victoria dada su ventaja en armamento y dinero, Sin embargo, su aventura pronto se reveló como un gran fracaso militar y político. La guerra se ha convertido en un pozo sin fondo para las finanzas saudíes. Estas sufren los crecientes costos de la guerra, que han venido siendo agravados por los ataques yemeníes contra las instalaciones petrolíferas saudíes. Tres provincias saudíes del sur del país, Asir, Nayran y Yizan se han convertido también en escenarios de la batalla y han sido repetidamente ocupadas por los combatientes yemeníes.
La agresión saudí se ha convertido en un desastre militar, pero ha producido una catástrofe humanitaria en Yemen. Cabe recordar aquí que más de 112.000 civiles yemeníes han muerto y decenas de miles sufren enfermedades como el cólera y una hambruna, fruto, sobre todo, del bloqueo que Arabia Saudí ha impuesto y que equivale a un genocidio contra el pueblo yemení. Esta táctica tampoco ha funcionado frente a la resistencia de la población yemení, que ha frenado con su tenacidad la agresión de los invasores saudíes.
Hoy, seis años después de la guerra, Arabia Saudí y sus mercenarios están al borde de la derrota. El Ejército yemení y los Comités Populares de Ansarulá continúan sus avances, en especial en la provincia de Maarib, que controlan en su mayor parte, privando así a la coalición saudí de su último punto de apoyo en el norte de Yemen. Con el fin de intentar frenar la ofensiva yemení, el régimen saudí no ha dudado en aliarse con terroristas de Al Qaida y con los milicianos del Partido Islah, vinculado al grupo de los Hermanos Musulmanes, al que Riad oficialmente condena.
Está claro que el llamado Acuerdo de Riad no ha logrado impulsar un esfuerzo concertado entre los representantes de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos para dejar de lado sus diferencias políticas y volver a centrar su atención en los huzíes del norte. Los enfrentamientos entre las fuerzas de la milicia de Islah respaldadas por Arabia Saudí y aquellos alineados con el separatista Consejo de Transición del Sur (STC), apoyado por los Emiratos Árabes Unidos, son ahora una rutina y se han intensificado en los últimos meses en la ciudad portuaria de Adén, en el sur.
En medio de la guerra y el bloqueo, los yemeníes han sido capaces de desarrollar una poderosa industria militar, que incluye drones y misiles sofisticados. Estos son capaces una y otra vez de superar las defensas antiaéreas saudíes, incluyendo los Patriot estadounidenses y han asestado duros golpes a la industria petrolera y a sitios militares saudíes situados muy lejos de Yemen. Dichas operaciones han humillado al régimen saudí, además de crear importantes problemas económicos para Riad.
El Gobierno de Salvación Nacional de Sanaa ha dejado claro que luchará contra la coalición y sus mercenarios en el sur y este del país mientras la agresión no cese y el bloqueo no sea levantado. El gobierno ha conseguido el reconocimiento y aprecio del pueblo y las tribus yemeníes debido a su gestión honesta y eficaz, que contrasta con la corrupción y sumisión de los mercenarios de Hadi a Arabia.
Queda por ver, por lo tanto, cuánto tiempo más continuarán los saudíes con su desastrosa e ilegal intervención en Yemen, especialmente con la caída de los precios del petróleo y las crisis políticas internas entre el gobernante de facto, el príncipe heredero Mohammad Bin Salman, y sus rivales. A ello hay que añadir la amplia condena internacional hacia el papel de MBS en el asesinato del periodista opositor Yamal Khashoggi, que ha sido puesto de manifiesto en un reciente informe publicado por la administación Biden. Los saudíes pronto descubrirán que no tienen ni la voluntad ni los recursos para seguir adelante con su desastrosa aventura en Yemen.