Después de alcanzar fracasos consecutivos en el Líbano, Palestina, Irán, Siria, Iraq y Yemen, la política saudí ha adoptado la estrategia de chantajear a los gobiernos débiles, especialmente a los que dirigen un país con una economía tambaleante.
El Líbano se ha visto expuesto recientemente a esta política de chantaje, ya que los saudíes siguieron un nuevo enfoque diplomático basado en perturbar las relaciones bilaterales cada vez que un político libanés hace ciertos comentarios que no agradan al liderazgo del reino saudí.
El ex ministro, Charbel Wehbe, destacó durante una entrevista televisiva el papel de Arabia Saudí en el envío de los grupos terroristas al Líbano y sus alrededores; en consecuencia, una inmensa campaña política y mediática lo apuntó hasta que presentó su renuncia.
El embajador saudí en Beirut, Walid Al Bujari, organizó una jornada de puertas abiertas en la embajada para recibir a varias figuras libanesas que se disculpaban por los comentarios de Wehbe. Aunque las declaraciones eran ciertas, la misión diplomática saudí chantajeó al Líbano y amenazó con expulsar a todos los expatriados libaneses que trabajaban en Arabia Saudí.
El actual ministro de Información libanés, George Kordahi, hizo ciertos comentarios sobre la agresión liderada por Arabia Saudí contra Yemen antes de asumir el cargo. De manera similar, la diplomacia saudí mostró indignación y operó sus medios de comunicación y marionetas políticas para intentar lograr la renuncia de Kordahi.
Por otro lado, los cobardes miembros de la realeza saudí ni siquiera se atrevieron a protestar por la serie de insultos que el ex presidente de EEUU Donald Trump pronunció mientras hablaba sobre el rey saudí durante sus discursos.
Trump llegó al extremo de burlarse incluso de la forma en que habla el rey Salman.
Source: Al Manar