Cooperación en el ámbito petrolero, solidaridad político-diplomática, interacción de seguridad: Teherán y Caracas continúan fortaleciendo los lazos estratégicos que los unen. Más allá de contrarrestar conjuntamente la presión estadounidense, esta alianza permite a Irán fortalecer su influencia lejos de sus fronteras, en lo que Washington aún persiste en considerar como su “patio trasero”.
Se espera que una carga de 2,1 millones de barriles de condensado iraní, la entrega más reciente resultante de un acuerdo de intercambio entre Irán y Venezuela, comience a ser descargada en un puerto de la PDVSA, la compañía petrolera propiedad del estado venezolano, escribe Reuters.
Las compañías petroleras estatales, sancionadas por EEUU, de los dos países, la PDVSA y la Compañía Nacional de Petróleo de Irán (NIOC), firmaron un contrato el mes pasado, con una vigencia de seis meses en su primera fase, para intercambiar condensado iraní por crudo pesado venezolano.
Esta cooperación entre la República Islámica y la República Bolivariana sigue fortaleciéndose, a pesar de la ira y los intentos de intimidación de Washington. Pero ahora es bastante evidente que las dos naciones, consideradas respectivamente por el establishment estadounidense como uno de los tres principales adversarios (junto con China y Rusia) a nivel mundial en el caso de Irán, y uno de los principales adversarios en América Latina en el de Venezuela, no pretenden quedarse ahí.
Ahmad Sobhani, el ex embajador iraní en Venezuela, citado por la televisión internacional iraní Press TV, afirmó que su país podría compartir con Caracas los resultados de su autosuficiencia en varias áreas, notablemente en el sector petroquímico, con la construcción de refinerías y perforaciones petroleras. El ex diplomático iraní también menciona el sector agrícola, argumentando que Venezuela tiene millones de hectáreas de tierras agrícolas sin explotar, mientras que es un país rico en recursos de agua dulce.
Además, los dos países, que enfrentan sanciones económicas de EEUU, pueden usar criptomonedas y lingotes de oro en sus transacciones bilaterales. Cabe señalar que, según el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, se espera que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, visite Irán pronto para la firma de un acuerdo de cooperación de 20 años entre los dos estados.
Es de suponer que las opciones estratégicas de los partidarios decididos de la multipolaridad están cada vez más orientadas a la cooperación a largo plazo. Como recordatorio, ya se ha firmado un acuerdo de un cuarto de siglo entre Teherán y Pekín y pronto debería firmarse otro entre Teherán y Moscú.
Es probable también que la creciente interacción entre Irán y Venezuela, así como el fortalecimiento de la presencia iraní en otras partes de América Latina, que preocupa profundamente a Washington, tengan éxito. Se dice que Nicolás Maduro mencionó su interés en comprar drones y misiles balísticos producidos por Irán. Todo esto sabiendo que Caracas es también uno de los principales socios latinoamericanos en la cooperación técnico-militar con Rusia … Y posee también fuertes relaciones económicas y político-diplomáticas con Pekín.
Hablando de las perspectivas, se debe considerar que este fortalecimiento de la alianza de la nación bolivariana con Teherán, y de manera más general con el triunvirato China-Rusia-Irán, refuerza la seguridad del Estado venezolano frente a los planes de Washington y de su acólitos regionales para derrocar al gobierno del país. Para Moscú y Pekín, América Latina también representa una región estratégica tanto en el campo económico, como en el plano militar, de seguridad y geopolítico, en un momento de alianza sin precedentes entre los países que apoyan el orden multipolar global. Teherán tiene un enfoque similar y, al mismo tiempo, confirma una vez más que, más allá de ser una solo potencia regional líder, todo sugiere que la nación persa está afirmando cada vez más su condición de potencia internacional.
Source: Mikhail Gamandiy-Egorov - Observateur continental