Joe Biden y la Unión Europea han anunciado una “primera” ronda de sanciones contra Rusia. La deuda soberana, los bancos y las personas cercanas a Putin, e incluso el propio presidente, están en el punto de mira. Más allá del efecto del anuncio, cabe preguntarse: ¿las primeras víctimas de estas sanciones serán realmente los rusos?
La respuesta de los occidentales no se hizo esperar. Tras el reconocimiento por Moscú de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, Joe Biden firmó el 22 de febrero una orden ejecutiva que prohíbe a cualquier empresa y ciudadano estadounidense comerciar o invertir en estas regiones.
Como era de esperar, el inquilino de la Casa Blanca decretó una “primera entrega” de sanciones contra Rusia. Estas se relacionan con la “deuda soberana” rusa, el banco público de desarrollo VEB y veinticinco de sus subsidiarios, el banco militar y cinco personas cercanas a Vladimir Putin.
Nord Stream 2: cuando Berlín sanciona a los alemanes
El presidente de EEUU acaba de ordenar sanciones contra el operador Nord Stream 2, mientras las empresas estadounidenses observan el mercado europeo. El uso de la palanca de las sanciones permite liberar cuota de mercado en beneficio de las empresas estadounidenses en Europa, donde nada menos que el 40% del gas proviene de Rusia. En este sentido, el alemán Olaf Scholz, “el aliado más cercano de los estadounidenses en Europa desde el Brexit”, según lo describe el abogado Olivier de Maison Rouge, anunció la suspensión de la aprobación del gasoducto ruso.
El abogado especialista en inteligencia económica cuestiona la credibilidad de tal respuesta: “Ya que a los alemanes les cortaron el brazo cuando salieron de la energía nuclear, ahora están atados de pies y manos.”
Efectivamente, el gas es la alternativa a la energía nuclear, que Angela Merkel decidió eliminar de su país en 2011 tras el desastre de Fukushima. La industria alemana no solo hace un uso extensivo del gas para producir su electricidad, sino que más de la mitad de los hogares también lo utilizan para la calefacción. Por lo tanto, estos últimos serán los primeros en sufrir, directamente en su factura, esta decisión de Berlín en un momento en que los precios del gas están por las nubes.
El impacto económico en Rusia de tal decisión, sin embargo, es más discutible. De hecho, hasta ahora el Nord Stream 2 nunca ha funcionado, por lo que la decisión de las autoridades alemanas no tiene influencia en el nivel actual de suministro de gas ruso a Europa. Al contrario, al limitar así la posibilidad de aumentar la oferta de gas en este período de turbulencia económica mundial, incluso se podría argumentar que contribuye a aumentar el precio al que los alemanes y los europeos lo pagan… a los rusos.
Además, Moscú ha anticipado en gran medida desde 2014 un hipotético corte de gas que le sería impuesto por Occidente. Más allá del desarrollo de contratos de suministro con Asia, en especial con China, la construcción en el centro de Rusia del gasoducto Power of Siberia 2 debería permitir interconectar las redes de gas rusas en el oeste y el este del país.
Claramente, el gas inicialmente destinado a los europeos puede, si es necesario, ser redirigido a clientes asiáticos cuyas necesidades crecen constantemente.
Una alternativa al SWIFT
“En cuanto a los establecimientos bancarios que Washington pretende aislar del mundo occidental, eso no es tampoco nada nuevo para los rusos. Aprobadas en 2014, las sanciones occidentales ya están afectando a 300 bancos rusos”, recuerda el experto. A ellos se les amenaza regularmente con ser desconectados de la red interbancaria internacional SWIFT, algo que Joe Biden, de momento, ha rechazado.
Presentada como el “arma nuclear” de Occidente, esta medida ha sido esgrimida contra los rusos durante siete largos años. Sin embargo, los rusos han creado su propia red soberana: SPFS. La guinda del pastel es que, antes de finales de 2022, ella podría fusionarse con la red china CIPS, que está en servicio desde 2016. Un proyecto mencionado por el presidente Putin y su homólogo chino, Xi Jinping, el 14 de diciembre, en un contexto de tensiones con Occidente.
Baste decir que, en tal escenario, estas sanciones producirían no solo un acercamiento ruso-chino a través de la aparición de un competidor de SWIFT, sino la aparición de un nuevo sistema financiero internacional y la afirmación de Rusia en un sector donde no se la esperaba en absoluto antes de 2014.
“Estas sanciones tendrán el efecto mecánico de empujar a Rusia más hacia el espacio asiático, orientándola hacia China y desviándola de Occidente”, dijo Olivier de Maison Rouge.
Por el momento, los europeos no logran ponerse de acuerdo para generar una alternativa al SWIFT, la red a través de la cual los estadounidenses imponen a sus aliados europeos el estricto cumplimiento de sus embargos unilaterales, como el de Irán, restablecido en 2018 por la Administración Trump.
Esto generará un cambio similar al que se produjo en la agricultura. En respuesta a las sanciones occidentales, Rusia decretó en 2014 un embargo contra las importaciones agrícolas y alimentarias de la Unión Europea, EEUU, Canadá, Australia y Noruega. Estas medidas no solo han permitido al país recuperar su sector agrícola, dañado por la integración del país en la Organización Mundial del Comercio, sino que Rusia también ha logrado la hazaña de robarle el primer lugar de los exportadores mundiales de trigo en 2020 a la Unión Europea. En tal caso, los países occidentales pueden ser los más perjudicados por las nuevas sanciones y no Rusia.
Source: Sputnik