Tras la campaña mediática lanzada en EEUU acerca de los contactos de miembros de su administración con Rusia antes de tomar posesión y que provocó la dimisión del consejero de seguridad nacional Michael Flynn, el presidente Trump parece haber cedido y ha incrementado su retórica anti-rusa en relación con el estatus de la Península de Crimea. Él afirmó el miércoles que Rusia “arrebató Crimea a Ucrania por la fuerza” y culpó al ex presidente Barack Obama por no haber hecho nada para impedirlo.
Esta declaración sigue a otra anterior del secretario de Prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, que afirmó que Trump esperaba que Rusia “devolviera” Crimea incondicionalmente a Ucrania.
En realidad, Crimea ha sido rusa desde finales del s. XVIII y fue sólo un capricho del dirigente soviético Nikita Jrushov, el regalarla a Ucrania. En 2014, tras el golpe de estado pro-occidental que derrocó al presidente legítimo, Viktor Yanukovich, la población rusa que vivía en Crimea decidió por un 96,8% de votos adherirse a Rusia. A pesar de las acusaciones de que Rusia había tomado la península por la fuerza, lo cierto es que ninguna acción militar tuvo lugar y el único movimiento de tropas se produjo después del referéndum.
La respuesta rusa no se hizo esperar. La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajarova, señaló que Rusia no tenía ninguna intención de entregar Crimea a Ucrania, ya que “nosotros no entregamos nuestros territorios. El territorio de Crimea pertenece a la Federación Rusa”.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, dijo el miércoles que Rusia no tiene la intención de entregar Crimea a Kiev y que Rusia no iba a negociar el destino de la península con ninguna parte extranjera, “ni tampoco con el presidente de EEUU”.
Source: Agencias