Europa se enfrenta a una amenaza existencial que va más allá de simplemente detener la guerra en Ucrania. También implica reestructurar su estrategia de defensa, alejándose de EEUU por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Este cambio radical marca el inicio de una nueva fase en el equilibrio de poder global y refleja las profundas transformaciones que se están produciendo en el sistema internacional.
El acercamiento ruso-estadounidense ha impulsado a Europa a reevaluar exhaustivamente sus programas militares, reforzando su armamento, desarrollando sus industrias militares estratégicas y reestructurando sus prioridades de defensa para prepararse para futuros desafíos imprevistos.
En este contexto, Europa está atenazada por temores reales a que una posible retirada de seguridad estadounidense pueda abrir la puerta a que Rusia recupere su influencia en regiones de Europa del Este y los Balcanes, anteriormente aliadas a la Unión Soviética. Esto podría tener repercusiones que amenacen la estabilidad europea y profundicen las divisiones internas, especialmente ante la ausencia de una coordinación efectiva entre los Estados miembros de la UE.
Por otro lado, Francia y el Reino Unido están demostrando una fuerte resistencia a la presión estadounidense, buscando construir una independencia estratégica que mejore sus capacidades defensivas, libres de la influencia estadounidense, en una medida destinada a fortalecer la soberanía y seguridad del continente europeo.
Intentos de fortalecer la seguridad europea ante futuras amenazas
Si bien la estabilidad política y de seguridad de Ucrania frente a Moscú es una piedra angular de cualquier doctrina de defensa europea, EEUU cree que una alianza con Rusia y la distensión regional son la mejor manera de lograr intereses estratégicos, materiales y comerciales vitales, en particular los metales preciosos en el este de Ucrania.
En este sentido, los líderes europeos creen que sus países deben fortalecer su seguridad en cuatro áreas clave: militar, nuclear, cibernética y energética. Esto con el fin de garantizar la disuasión estratégica en caso de una posible retirada estadounidense de Europa y evitar un vacío que podría ser llenado por Rusia, que también busca proteger sus fronteras occidentales de las amenazas a la seguridad que emanan del continente.
Sin embargo, Europa se enfrenta a numerosos retos en el desarrollo de su estrategia de defensa, en particular su fuerte dependencia de la industria militar estadounidense, ya que el continente importa el 55 % de sus armas de EEUU. Por lo tanto, la implementación de este plan requiere una inversión masiva, que podría alcanzar los 800.000 millones de euros, según una declaración de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a principios de marzo.
En este contexto, EEUU insta a los países europeos a aumentar sus contribuciones militares a la OTAN al 5 % del PIB de cada país, frente a la tasa actual de no más del 2,5 %.
Futuros escenarios de defensa europea
Con estos profundos cambios geopolíticos, Europa se enfrenta a tres escenarios principales. El primero es una separación estratégica de EEUU, que podría ayudar a llenar el vacío creado por el cese del apoyo estadounidense mediante el aumento de los presupuestos militares y el fortalecimiento de la cooperación con países no europeos como Japón, Canadá y Australia.
El segundo escenario implica la aceptación total del proyecto estadounidense en Ucrania, lo que podría llevar al fracaso de la política de defensa europea. El continente se encontraría enfrentándose en solitario a Rusia, en medio de profundas divisiones entre partidarios y detractores del enfoque estadounidense, lo que podría amenazar la unidad europea.
El tercer escenario implica la firma de un acuerdo ruso-estadounidense con claras garantías de seguridad para Europa, que podría llevar al fin de la guerra en Ucrania, manteniendo al mismo tiempo una estrecha cooperación entre Washington y la Unión Europea. En lugar de conceder a Ucrania la membresía en la OTAN, esto podría ser reemplazado por compromisos europeos con Kiev, incluyendo el suministro de las armas defensivas necesarias.
Ante estos importantes cambios geopolíticos, Europa permanece atenta a los cambios de EEUU y su posible impacto en las relaciones bilaterales. Esto requiere que se adapte de forma realista a los cambios en el sistema internacional para garantizar la protección de su seguridad política y unidad interna.
Canadá lidera una manifestación antirrusa en medio de las divisiones del G7 por las nuevas declaraciones de EEUU
En medio de estas tensiones, Canadá, que ostenta la presidencia del G7, ha organizado una importante reunión de tres días de los ministros de Asuntos Exteriores del grupo en un resort de lujo a orillas del río San Lorenzo en Quebec. Las principales potencias se reúnen para debatir temas clave que afectan a sus relaciones bilaterales y definir sus posiciones sobre temas de actualidad.
Los Estados miembros del G7, entre ellos Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y EEUU, se reúnen en un contexto político tenso, con creciente preocupación tras el regreso del presidente estadounidense Donald Trump a la Casa Blanca. Los aliados de EEUU están profundamente preocupados por el inesperado acercamiento de Trump al presidente ruso Vladimir Putin, sumado a la imposición de severos aranceles comerciales a sus aliados y rivales, lo que complica aún más el panorama internacional.
That’s a wrap on Day 1 of the #G7ForeignMinisters meeting. Foreign Ministers spent the day working together on common goals related to international peace and security. These are priorities for the #G7 and we will continue to work towards collective solutions. pic.twitter.com/ZCTtvWNYKT
— Canada G7 (@G7Canada) March 14, 2025
Antes de que comenzaran las conversaciones, la ministra canadiense de Asuntos Exteriores, Melanie Joly, se reunió personalmente con su homólogo estadounidense, Marco Rubio. Rubio es una figura destacada de la administración Trump y el primer funcionario de dicha administración en visitar Canadá desde el regreso del presidente republicano al poder en enero pasado. La postura de Trump, que refleja su deseo de convertir a Canadá en el “estado 51” de EEUU, ha generado una considerable controversia, coincidiendo con la imposición de severos aranceles a este país vecino, uno de los socios comerciales más importantes de EEUU.
En la inauguración de la reunión ministerial del G7, Jolie expresó su profunda esperanza de que las principales potencias encuentren maneras de seguir apoyando a Ucrania ante lo que denominó una “agresión ilegal rusa”, en un momento en que la guerra en Ucrania se encuentra en una coyuntura crítica.
Rubio, por su parte, insistió en que el G7 evite un lenguaje “hostil” hacia Rusia, señalando que tales declaraciones podrían obstaculizar la diplomacia que podría conducir al fin de la devastadora guerra que ha matado a cientos de miles de personas. Respecto a la declaración final de la reunión, fuentes diplomáticas confirmaron que existían diferencias de opinión entre EEUU y los otros seis países, pero el grupo se esfuerza por buscar una fórmula de compromiso que logre consenso en temas clave, incluyendo el apoyo a la propuesta de alto el fuego.
Nuevos aranceles y amenazas de escalada comercial entre EEUU y sus aliados
La reunión ministerial del G7 coincidió con el anuncio de Washington de aranceles del 25 % a las importaciones de acero y aluminio, lo que provocó una respuesta inmediata de los principales socios comerciales de EEUU. La Unión Europea y Canadá impusieron rápidamente aranceles de represalia por valor de miles de millones de dólares, mientras que Francia confirmó estar “preparada para responder” a las amenazas de Trump de imponer fuertes impuestos al vino, el champán y otras bebidas alcohólicas.
Se espera que la economía estadounidense sufra repercusiones negativas por las medidas económicas adoptadas por el presidente Donald Trump, especialmente las relacionadas con los aranceles, que podrían exacerbar la inflación y contribuir a una caída del consumo, según los economistas.
Estos aranceles se anunciaron a principios de febrero, dirigidos a países importantes como Canadá, México y China, y entraron en vigor en marzo. Sin embargo, el futuro de estas medidas sigue siendo incierto, y el secretario de Comercio de EEUU, Howard Lutnick, prevé reconsiderar algunas de ellas próximamente.
Como resultado, la guerra comercial entre las principales potencias económicas se ha reavivado, con Ottawa y Pekín adoptando contramedidas.
Los expertos creen que la imposición continua de estos aranceles podría provocar una disminución del crecimiento estadounidense de aproximadamente un punto porcentual y un aumento de la inflación de 0,6 puntos porcentuales. Este pronóstico ilustra el importante impacto de estos aranceles, que afectan a bienes valorados en 1,4 billones de dólares, en comparación con los 380.000 millones de dólares del primer mandato de Trump.
Se espera que los aranceles tengan un rápido impacto en los precios de las materias primas, en particular en bienes de alto costo como los automóviles, que forman parte de una cadena de producción conjunta entre EEUU, Canadá y México. También se prevé un impacto negativo en el sector inmobiliario, ya que la mitad de la madera utilizada en la construcción en EEUU se importa de Canadá.
La situación económica estadounidense se está volviendo cada vez más compleja a medida que sus socios comerciales se preparan para tomar medidas estratégicas contra estos nuevos aranceles, que podrían incluir aranceles sobre productos agrícolas estadounidenses y que China y Canadá, en especial, podrían aprobar en un futuro próximo.
Esta respuesta internacional indica un enfoque estratégico probablemente dirigido contra EEUU, dominado por los republicanos, y los expertos prevén que esta guerra comercial impulsará la inflación y ralentizará las cadenas de suministro, lo que presionará aún más a la economía estadounidense.
Source: Al Manar