Aunque se diga dispuesto a librar “una gran guerra” en varios frentes al mismo tiempo, Israel duda más que nunca de sus capacidades. El ministro de Defensa israelí, Avigdor Liebermann, pretendió el miércoles que la entidad sionista estaba preparada para una guerra simultánea en tres frentes contra los ejércitos libanés y sirio, contra Hezbolá y contra la Resistencia palestina en Gaza. De este modo, Liebermann pretendió ofrecer la imagen de que Israel posee un “superejército”.
Los comentaristas israelíes, sin embargo, parecieron contradecir al ministro señalando los límites del Ejército israelí para hacer frente a cada uno de los tres países -Palestina, Siria y el Líbano- o todos a la vez. Ellos recuerdan como, por ejemplo, el Ejército israelí atacó Gaza en 2014, sin poder apoderarse de la Franja. Los comandos palestinos aterrorizaron entonces a los soldados israelíes e incluso lograron capturar a algunos de ellos. Milicianos palestinos desembarcaron cerca de bases militares israelíes, mientras que las colonias del sur sufrieron el ataque de los misiles de la Resistencia.
Más recientemente, Israel llevó a cabo unas maniobras en el norte, cerca de la frontera libanesa, en las que participaron unos 30.000 soldados durante 11 días. Las maniobras resultaron un fracaso, según un informe del Parlamento israelí, y no sirvieron para dar una respuesta a la cuestión de si el Ejército israelí sería capaz de ocupar el Sur del Líbano frente a un Hezbolá reforzado y ayudado por el Ejército libanés. Es interesante señalar en este punto que Liebermann no ha lanzado una amenaza sólo contra Hezbolá, sino también contra el Ejército libanés.
El fracaso divisionista en el Líbano
Esta declaración de Liebermann deja ver el temor y la frustración que existe en Israel al ver la compenetración que existe entre Hezbolá y el Ejército del Líbano cuyo comandante en jefe es el presidente Michel Aoun, un firme patriota libanés. Parece haber pasado ya el tiempo en que EEUU e Israel intentaban crear divergencias entre ambas fuerzas y animaban al Ejército libanés y a sectores políticos libaneses a enfrentarse a Hezbolá para debilitar a este último y al Líbano en general.
La segunda batalla de Qalamún contra el Daesh, que fue llevada a cabo de forma paralela por el Ejército libanés, desde el lado libanés de la frontera, y por Hezbolá y el Ejército sirio, desde el lado sirio, puso de manifiesto que el Ejército libanés y Hezbolá comparten un mismo concepto sobre la protección del Líbano y la defensa nacional. Y esto es el motivo de la cólera y amenazas lanzadas por Liebermann. “El Ejército libanés ha recibido en estos últimos años armas de fabricación estadounidense, lo que inquieta a los oficiales del Ejército israelí en lo que respecta al uso de tales armas en la próxima guerra”, afirmó el ministro.
La frase suena a falso. Todo el mundo sabe que EEUU, Arabia Saudí y Francia se han negado hasta el momento a equipar adecuadamente al Ejército libanés por temor a que emplee esta capacidad en contra de los agresores israelí o los grupos terroristas takfiris. Pese a ello, el Ejército libanés ha dado notables ejemplos de éxito en la protección de su país.
El ataque de Liebermann significa, pues, que el proyecto divisionista de EEUU e Israel en el Líbano ha fracasado. Esto, unido, al hundimiento del proyecto del Daesh en Siria e Iraq, que ha supuesto el fracaso de los planes de división de ambos países, ha llevado a EEUU e Israel a lanzar nuevas amenazas en contra de aquellos a los que considera responsables de sus fracasos y en primer lugar Hezbolá y el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán.
El fracaso israelí en Siria
Este fracaso en Siria ha sido reconocido, entre otros, por el analista militar Alex Fishman, que afirmó en el diario Yediot Aharonot, citando a responsables de seguridad y políticos israelíes, que Israel ha cosechado un gran fracaso estratégico en Siria, donde no ha logrado materializar ninguno de sus planes.
El primer fracaso ha sido la incapacidad de Israel de movilizar a los “países sunníes” contra Siria e Irán y establecer relaciones diplomáticas con ellos sin ceder en nada en el tema de la cuestión palestina. El tema de Palestina continúa interponiéndose como un obstáculo insalvable para los intentos israelíes de normalizar sus relaciones -y en último extremo dominar- a estos países.
Por el contrario, se lamentó recientemente Lieberman, los países árabes “moderados” hacen cola ahora para restablecer sus vínculos con Siria. Un ejemplo significativo es el de Jordania, un país que posee un tratado de paz con la entidad sionista, que ha comenzado a cortejar a Siria y está cerca de abrir sus pasos fronterizos con este país con el consiguiente restablecimiento de sus relaciones comerciales y económicas. Al mismo tiempo, ha cortado su financiación de los grupos terroristas.
De este modo, el presidente Bashar al Assad no cayó, Irán y Hezbolá se hicieron más fuertes e Israel cosechó un enorme fracaso político y estratégico.