En las últimas semanas, Turquía parece inmersa en una crisis interna creciente. A los continuos atentados terroristas de Estambul (contra el Aeropuerto Internacional, un estadio de fútbol y el Club Reina), se une la fuerte caída de la lira turca y la continuación de las purgas políticas.
Este viernes se ha sabido que otros 6.000 funcionarios, policías y académicos serán expulsados de sus trabajos por su supuesta “participación en el golpe de estado” fallido de julio de 2016. Otros 380 hombres de negocios han sido también arrestados por sus vínculos con el movimiento del clérigo Fethullah Gülen, declarado como enemigo número 1 del régimen turco. Todos ellos se unirán así a la lista de 70.000 perseguidos políticamente por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, cuya lista de adversarios continúa creciendo.
Esto tiene lugar en medio de cambios en la situación regional que suponen el fin de los sueños neo-otomanos de Erdogan y su circulo íntimo. Turquía ha anunciado la retirada de sus tropas de Iraq y ha sido llamada al orden por Rusia e Irán, que han calificado de inaceptable a largo plazo la presencia de soldados turcos en Siria. Al mismo tiempo, la crisis con los aliados occidentales se ha profundizado.
Los avances del Ejército sirio en el norte de Siria y la próxima liberación de la provincia de Idleb, que no tiene todavía fecha fija pero que será un hecho incuestionable este año, arrojan dudas sobre el papel que jugarán en el futuro los miles de terroristas presentes en esta zona de Siria y que podrían retirarse hacia Turquía, donde algunos de ellos ya han participado en algunos graves atentados (como el del Club Reina y el asesinato del embajador ruso). Estos atentados han puesto en cuestión la capacidad de Turquía para garantizar la seguridad. Al espectro del terrorismo yihadista hay que sumar la guerra contra los kurdos dentro de Turquía (tanto contra los partidos legales kurdos, como el HDP, como el contra la guerrilla del PKK) y ahora de Siria.
En el terreno económico las perspectivas son sombrías. El terrorismo ha dañado de forma prácticamente irreversible la industria turística del país. En 2007, el país alcanzó el 9º lugar en la lista de destinos turísticos más atractivos y en 2014 subió al 6º superando al Reino Unido y Francia. En 2016 (antes de los grandes atentados terroristas de las últimas semanas), el turismo cayó en un 30% con una pérdida total de 8.500 millones de dólares y esto irá empeorando. Al mismo tiempo, la lira ha continuado perdiendo valor frente al dólar y el euro.
Las últimas protestas habidas en ciudades turcas contra el cambio de la Constitución dirigido a crear un modelo presidencialista, que otorgue amplios poderes a Erdogan, son un reflejo del malestar social que podría extenderse y hundir la popularidad de presidente y su partido, el AKP, cuyas políticas, dentro y fuera de Turquía, han provocado una severa crisis que tiende rápidamente a profundizarse.
Source: Sitio de Al Manar en Español