Después de días de gran éxito político, el primer ministro británico, Boris Johnson, finalmente renunció. Su renuncia se produjo después de que decenas de sus ministros y parlamentarios lo abandonaran y lanzaran ataques contra su liderazgo.
Johnson llevó a su partido a una victoria aplastante en las elecciones de 2019. No sabía entonces que ni siquiera cumpliría su primer mandato. Quedó hundido por múltiples escándalos y por fallos en su carácter que, según los críticos, lo incapacitaron para el cargo.
La pandemia de coronavirus ofreció a Boris Johnson un cóctel perfecto de crisis y caos que desvió la atención de otros problemas.
Prometió que el Reino Unido lograría el Brexit, pero está sumido en una disputa con la UE sobre el protocolo de Irlanda del Norte. El FMI ha pronosticado que la economía del Reino Unido tendrá el crecimiento más lento entre las naciones del G7 el próximo año.
A eso hay que agregar la crisis del costo de vida y los declinantes sistemas de salud y educación.
El éxito con el programa de vacunas ayudó a mitigar la frustración por las vacilaciones y demoras de Johnson en seguir los consejos científicos que contribuyeron a una de las tasas de mortalidad más altas en el mundo desarrollado y casi le cuestan la vida.
Su estilo de liderazgo y sus defectos de carácter siempre actuaron como munición para sus críticos y la oposición.
Luego vino el escándalo del partygate (las fiestas organizadas en Downing Street en violación de las normas de prevención de la Covid-19)… El partido conservador ahora estaba en crisis.
Johnson se destacó por su feroz apoyo al gobierno ucraniano en el conflicto militar en curso en el país.
Mientras tanto, el escándalo de la fiesta se negó a desaparecer. Recibió una multa de la policía por asistir al menos a una de las múltiples fiestas, convirtiéndose en el primer primer ministro británico en ejercicio en infringir la ley.
Un informe del servicio civil sobre una serie de reuniones similares describió un fallo de liderazgo. Eventualmente, 148 de sus propios parlamentarios, el 40 por ciento de los parlamentario del partido, se volvieron contra él en un voto de censura.
Sobrevivió y se tambaleó. Pero luego se supo que él conocía la conducta sexual inapropiada de Chris Pincher, y lo nombró a pesar de ello para un alto cargo.
En cuestión de días, el hombre, apodado el gran sobreviviente político, se vio obligado a tirar la toalla.
Source: Press TV