“El respaldo de Turquía a que Finlandia y Suecia se unan a la OTAN muestra cómo la guerra en Ucrania ha obligado a Moscú a depender de Irán para eludir las sanciones”, escribe el diario israelí Haaretz.
Zvi Bar’el, autor del artículo para Haaretz escribió que “las cuatro horas que Erdogan pasó con el presidente finlandés y el primer ministro sueco en Madrid el martes fueron preocupantes para Vladimir Putin”.
“El presidente ruso aparentemente creía que Erdogan seguiría siendo su baluarte contra la expansión de la OTAN, al igual que Ankara se había negado a unirse a las sanciones occidentales contra Rusia”.
Hace tres semanas, el canciller ruso, Sergei Lavrov, viajó a Turquía al frente de una nutrida delegación. Oficialmente, el foco de la discusión estaba en el cruce del Mar Negro para que el trigo ucraniano pudiera llegar a Turquía y luego a Oriente Medio y África, reduciendo así la escasez mundial de trigo y el riesgo de hambruna en África.
Tal ruta requeriría escoltas militares y vigilancia para evitar transferencias de armas, así como arreglos de pago aceptables, pero tal acuerdo, que también traería beneficios económicos y políticos a Turquía, está condicionado a la aceptación por parte de Ankara de la exigencia de Moscú de no expandir su “zona segura” en la región del Kurdistán de Iraq y no lanzar su ofensiva en el norte de Siria, que tiene por objetivo de expulsar a los milicianos kurdos sirios de las zonas fronterizas.
“Este es un tema en el que se superponen los intereses de Rusia, Irán y EEUU. Ahora las empresas rusas tienen que decidir cómo proceder y si mantienen sus activos en la región del Kurdistán”, dijo Haaretz.
Rusia también debe confiar más en Irán para evitar las sanciones internacionales. Lavrov, entre frecuentes viajes a Oriente Medio, visitó Teherán la semana pasada para establecer un sistema de cooperación económica para importar productos iraníes a Rusia y exportar productos rusos a la India a través de Irán.
“Rusia también ha importado una variedad de productos electrónicos de Irán, incluidos electrodomésticos, computadoras y teléfonos celulares fabricados en EEUU, que aparentemente llegan a Irán a través de los países del Golfo Pérsico”, dice el artículo.
Según fuentes iraníes, los empresarios rusos están aprendiendo de sus homólogos iraníes cómo eludir las sanciones. El comercio entre Rusia e Irán supera actualmente los 5.000 millones de dólares al año, pero ambos países han firmado acuerdos a largo plazo que incluyen el compromiso de Rusia de invertir miles de millones de dólares en Irán. También incluyen la venta de armas rusas avanzadas a Irán, incluidos los sistemas S-400 y los aviones de combate Sujoi-35.
Además, Rusia e Irán pretenden abrir una ruta que sustituya a la tradicional; esta va de Rusia a la India cruzando el Mar Báltico hasta el Estrecho de Gibraltar, luego por el Mar Mediterráneo y el Canal de Suez. La nueva ruta llega a Irán, luego continúa a través de este país y desde allí en barco hasta la India. Esto reduce los costes de transporte en un 30% y el tiempo de transporte a la mitad.
“El resultado de todo lo anterior es que Rusia ahora depende de la cooperación de Irán”, señala Haaretz.
“De hecho, se espera que la nueva ruta de exportación reduzca el transporte a través del Canal de Suez y, por lo tanto, reduzca los ingresos de Egipto; pero en el contexto en el que Rusia está bajo fuertes sanciones internacionales, el Oriente Medio árabe, que es principalmente pro-estadounidense, no es muy atractivo para Moscú”, concluye el diario.
Source: Press TV