Irán ha superado una crisis importante, motivada por disturbios de grupos reducidos, que han sido aprovechados por sus enemigos en el exterior, en especial EEUU y el régimen israelí, pero también por algunos países europeos, como Gran Bretaña, para montar una gran campaña mediática basada en falsedades y con el claro objetivo de provocar una desestabilización y un cambio de régimen en el país.
El hecho desencadenante fue el fallecimiento de una mujer iraní de origen kurdo, Mahsa Amini, en una comisaría de policía. Esto motivó a algunos grandes medios occidentales, incluyendo la BBC, The Guardian y muchos otros a lanzar acusaciones contra la policía y las autoridades iraníes sin tener conocimiento de las causas reales de su muerte y sin esperar a la autopsia, basando sus acusaciones en afirmaciones sin fundamento como que ella había sido “brutalmente golpeada en la cabeza” y que esta era la causa del fallecimiento.
Sin embargo, en un vídeo tomado del momento en el que ella cayó inconsciente se la ve de pie, hablando normalmente con una oficial de policía, y luego derrumbarse. En ningún momento se percibe que ella sufra algún tipo de maltrato ni que haya sufrido uno. Más tarde, se supo que su salud era frágil y que había sido operada en 2006 de un tumor cerebral. Los informes de los médicos y las declaraciones de su propia familia apuntaron a una muerte por causas naturales.
En realidad, los antedichos medios no buscaron establecer seriamente la causa de la muerte de Amini porque su destino les tiene sin cuidado. La prueba de ello es que tales medios nunca han recogido en sus páginas la muerte de cientos de mujeres palestinas a menos de los militares israelíes, incluyendo últimamente el conocido, pero en absoluto excepcional, caso de la periodista Sahin Abu Akleh, asesinada por el disparo de un militar israelí. Las mujeres muertas en bombardeos estadounidenses en Iraq o Afganistán, incluyendo el reciente caso de la adolescente iraquí de 15 años Zeinab Issam, asesinada por disparos de militares norteamericanos en Bagdad, tampoco ha tenido eco en estos medios. Por tanto, la muerte de Amini fue falseada y manipulada con el fin de obtener el resultado que los dueños y patrocinadores de tales medios buscaban: una revuelta popular que pusiera fin al actual sistema político en Irán.
Esto se produjo en un contexto además en el que Irán estaba llevando a cabo una política que desagradaba en extremo a “Israel” y los países occidentales, como la negativa a someterse a las imposiciones estadounidenses en el tema de la reactivación del acuerdo nuclear, el estrechamiento de vínculos con Rusia y China y otros países, la adhesión a la Organización de Cooperación de Shanghai, la venta de drones iraníes a Rusia y las políticas económicas dirigidas a la neutralización de las sanciones unilaterales.
Tras el fracaso de las invasiones estadounidenses en Iraq y Afganistán, donde EEUU emprendió una humillante retirada el pasado año, las aventuras militares ya no son una opción válida por su fracaso, su extensa duración, su impopularidad y su alto coste. Ellas han sido sustituidas por guerras económicas por medio de sanciones y guerras mediáticas, que buscan demonizar a los rivales de EEUU y sus aliados. El tema de fomento de protestas y disturbios cosechó un éxito en Ucrania en 2024 y supuso el ascenso al poder de un régimen ultranacionalista anti-ruso, pero a partir de ahí ya no hubo más triunfos. En los años recientes, los intentos de crear un movimiento separatista en Hong Kong fueron desbaratados por el gobierno de la ciudad y la acción resuelta de China. En Cuba y Bielorrusia, los esfuerzos para derrocar a sus gobierno mediante protestas tampoco tuvieron éxito. Y ahora han fracasado rotundamente en Irán.
Los ataques a bienes públicos y policías y la profanación de símbolos sagrados para el pueblo iraní, como el Sagrado Corán, provocaron una rápida respuesta en forma de manifestaciones gigantes, entre las que destaca la del domingo 25 de septiembre en Teherán, donde participaron más de un millón de personas que mostraron su rechazo a los disturbios y los alborotadores y su apoyo a la República Islámica, y también su rechazo a los intentos de potencias extranjeras de convertir a Irán en otro país lacayo en la región. Este mensaje ha sido claramente comprendido y recogido por gran número de medios independientes en todo el mundo que han ido más allá en sus análisis de la retórica oficial que aparece en la mayoría de los medios occidentales.
Irán ha hecho frente resueltamente también en los últimos días a los grupos terroristas separatistas kurdos, como el PJAK, vinculado al PKK, y ha bombardeado sus bases en el norte de Iraq. Estos grupos, junto con el terrorista MKO y pequeños sectores monárquicos han buscado también tratando de provocar un caos en Irán desde hace mucho tiempo, pero sus oportunidades políticas son nulas porque carecen de arraigo entre la población. La crisis producida por estos disturbios servirá además para incrementar entre la población iraní el conocimiento de los complots que planean sus enemigos y la necesidad de permanecer en un estado de alerta para neutralizarlos.