El pasado jueves, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, dijo que “EEUU está considerando una serie de medidas de represalia, incluso contra Arabia Saudí, luego de la decisión de la OPEP+ de reducir la producción de petróleo”.
“Con respecto a nuestra futura relación con Arabia Saudí, estamos considerando una serie de posibles respuestas, en consulta con el Congreso. Ciertamente no haremos nada que sea incompatible con nuestros intereses”, agregó el ministro durante una conferencia de prensa en Lima.
En una línea similar, el presidente del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Brian Dees, insinuó el jueves que “la administración del presidente Joe Biden está consultando con el Congreso sobre el tema de los beneficios comerciales a Arabia Saudí y sobre la venta de armas y el apoyo en defensa”.
Las declaraciones de EEUU se producen después de que los países miembros de la alianza OPEP+ acordaran el miércoles recortar el límite de producción colectiva en dos millones de barriles por día, lo que se considera la mayor restricción de suministro desde el acuerdo de 2020, que tuvo lugar en medio del histórico desplome de los precios por el coronavirus.
Arabia Saudí impulsó, junto con Rusia, una reducción de la producción de petróleo dentro de la OPEP+ lo que tuvo un impactante impacto en EEUU, que, desde que se publicó la decisión el miércoles, parece en un estado de histeria.
Hay muchas consideraciones de las que se puede hablar para explicar la decisión saudí, las más destacadas son dos. La primera es que Mohammed bin Salman quiere que la administración estadounidense entienda que su reticencia a reconocerlo como un “legítimo gobernante con todas las funciones” tendrá costes para EEUU y que apuesta por la victoria de los republicanos en las elecciones legislativas de noviembre. La administración de Joe Biden se presenta en estas elecciones en una posición difícil, luego de que apostó por una respuesta saudí a sus demandas de aumentar la producción petrolera y rápidamente comprobó que esto no era más que un mero deseo y que los saudíes querían hacer justo lo contrario.
No es ningún secreto que la relación entre EEUU y Arabia Saudí en su conjunto ha entrado en una nueva era, cuyo rasgo más destacado es la pérdida de confianza mutua. Además, Arabia Saudí considera que la influencia estadounidense en el mundo sufre un declive y no está dispuesta a seguir los dictados de EEUU de la misma forma que hacía anteriormente.
La segunda razón de la decisión saudí es que Bin Salman no tiene más remedio que apegarse a un precio alto del petróleo para financiar sus enormes proyectos, entre ellos la ciudad de Neom, que tienen un coste enorme. Estos proyectos podrían, sin embargo, verse afectados en el caso de un reinicio de la guerra en Yemen, ya que las autoridades de Sanaa han amenazado con atacar instalaciones petrolíferas saudíes y emiratíes si el bloqueo contra el país no es levantado.
En este recorte del petróleo, hay una coincidencia de intereses muy claros entre Arabia Saudí y Rusia, que también necesita instrumentos efectivos frente a los esfuerzos occidentales por devaluar sus exportaciones de energía. Significativamente, Arabia Saudí, al igual que sucede con el resto del mundo árabe, no se ha alineado con la posición occidental contra Rusia en la guerra de Ucrania y parece decidida a continuar sus relaciones políticas y económicas con Moscú.
Rusia, por su parte, ha saludado la decisión de la OPEP+ señalando que tal medida “favorece la estabilidad del mercado del petróleo”.
Source: Sitio de Al Manar en Español