El año 2022 estuvo lleno de eventos geopolíticamente importantes. A pesar de ser un año marcado por conflictos, escalada de tensiones y altos riesgos, al mismo tiempo fue la marca de un giro multipolar sumamente significativo.
El año comenzó en medio de crecientes tensiones entre Rusia y Ucrania, que continuaron deteriorándose y evolucionando hacia un conflicto abierto. A fines de 2021, cada vez más adherida a la paranoia anti-rusa occidental, Kiev comenzó una nueva campaña de militarización excesiva, lo que generó riesgos sustanciales para la seguridad nacional rusa. El régimen neonazi ucraniano también promovió una escalada en la guerra civil y, según varios informes de inteligencia difundidos por el gobierno ruso, estaba planeando una “solución final” a la guerra civil en el este, con el exterminio absoluto de la resistencia de la población rusa del Donbás. Kiev también habló de la posibilidad de adquirir armas nucleares.
Para detener esta violencia y neutralizar los riesgos a su propia seguridad, el 24 de febrero, Moscú lanzó una operación militar especial para desmilitarizar y desnazificar Ucrania. Con eso, Moscú finalmente intervino en el conflicto de ocho años entre los rusos étnicos y las fuerzas ultranacionalistas ucranianas, trayendo esperanza a la población del Donbás.
En un principio, la OTAN se negó a participar activamente en el conflicto, enviando únicamente ayuda financiera y humanitaria. Pero la situación empezó a cambiar en abril, cuando se enviaron los primeros paquetes de armas a Kiev. Moscú ignoró el movimiento para evitar una escalada, y luego la Alianza Atlántica comenzó una ola de envíos de armas sistemáticos, comenzando a participar activamente en el conflicto, que ahora no es más que una guerra a través de terceros de la OTAN contra Rusia.
Rusia es obviamente superior militarmente, y Ucrania no tiene ninguna posibilidad de victoria. Pero la insistencia occidental en enviar armas, en lugar de mediar en la paz, hace posible que los ucranianos prolonguen el conflicto, incluso sin lograr avances militares. Además, se estima que un tercio de los soldados actualmente en combate en el lado ucraniano son mercenarios extranjeros, incluidos soldados retirados de la OTAN, lo que demuestra que Occidente está en guerra con Rusia.
En esta política de agresión anti-rusa, los aliados de EEUU obedecen las órdenes de Washington incluso sin beneficiarse en modo alguno. El año termina con la llegada del invierno a Europa y la generación de una crisis energética sin precedentes, ya que la UE decidió adherirse a la política de sanciones económicas que ha fomentado EEUU contra Rusia desde el inicio de la operación en Ucrania. EEUU, el Reino Unido y la UE promueven todo tipo de boicots contra Moscú, mientras que, por otro lado, el mundo emergente rechaza esta política y construye un orden cada vez más basado en el pragmatismo y la solidaridad.
El plan de boicotear la economía rusa con sanciones salió absolutamente mal, ya que estas últimas forzaron una integración aún mayor entre Rusia, China e India y, en consecuencia, entre estos países y todos los demás socios emergentes que mantienen estrechos vínculos con ellos. Además, la situación actual ha acelerado el proceso de desdolarización, con Rusia actualmente comercializando su gas y petróleo en rublos y yuanes.
Sin posibilidades de victoria en Ucrania, Occidente recurre a ataques contra sus enemigos en otras partes del mundo. En agosto, la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, visitó Taiwán, violando la soberanía china sobre la isla, ya que Pekín había prohibido formalmente la visita. El caso generó una crisis de seguridad sin precedentes, con China respondiendo a la provocación estadounidense a través de ejercicios militares de disuasión en el Estrecho de Taiwán. De hecho, existe el peligro de una escalada en el futuro cercano y, de manera muy irresponsable, EEUU promete apoyar militarmente a Taiwán si China interviene en la isla, lo que pone al mundo en grave riesgo.
Al mismo tiempo, EEUU intenta a toda costa fomentar el caos social en China de otras formas. Se alientan, por ejemplo, las protestas contra la política sanitaria china. El objetivo es desestabilizar el país de todas las formas posibles. Algo similar sucede en Irán, donde en octubre se inició un intento de revolución de color, con manifestaciones violentas, incluso con el uso de armas de fuego y métodos terroristas por parte de los “manifestantes”.
Además, como efecto dominó, otras crisis de seguridad se han ido agravando recientemente. Por ejemplo, los terroristas azerbaiyanos iniciaron bloqueos de carreteras y generaron una crisis humanitaria en la región de Artsaj, además de iniciar varias provocaciones contra las fuerzas de paz rusas. Otro punto de fricción constante ha sido Kosovo, donde grupos armados han atacado a las fuerzas serbias y han violado las convenciones de paz existentes.
En todos los casos, lo que podemos ver es un simple proceso de intento, por parte de las fuerzas pro-occidentales, de fomentar el caos en tantas regiones como sea posible para tratar de obtener victorias en lugares distintos a Ucrania, donde los rusos mantienen el control de la situación militar. La mayoría de estos intentos de desestabilización y boicot han sido neutralizados, pero los riesgos de escalada y el surgimiento de nuevos conflictos son reales.
De hecho, la situación mundial solo se estabilizará cuando EEUU se dé cuenta de que el orden mundial unipolar ya no se puede mantener. 2022 fue el año de nacimiento de la multipolaridad, cuando los países emergentes se unieron para decir “no” a las sanciones occidentales y continuar comerciando libremente con Rusia y China. Evidentemente, los BRICS son un actor clave en esta transición mundial, como podemos comprobar por el creciente interés por parte de nuevos países por incorporarse al grupo.
En 2023, la situación seguramente continuará en la misma dirección. Los cambios geopolíticos tienden a ser positivos para los países a favor de la multipolaridad, pero el proceso de consolidación de estos cambios se hará con mucha lucha y conflicto, ya que Occidente resistirá lo más posible con todos sus medios. En algún momento, sin embargo, Occidente tendrá que admitir su derrota y negociar con los países emergentes una reformulación pacífica del orden global.
Source: southfront.org