El rey Salman de Arabia Saudí ha destituido al príncipe heredero, Mohammed bin Nayef al Saud, por un decreto real y ha nombrado a su hijo, Mohammed bin Salman, que ocupa los cargos de ministro de Defensa y segundo príncipe heredero, como nuevo príncipe heredero.
Según este decreto, Mohammed bin Nayef ha sido igualmente destituido de su puesto como ministro del Interior y se ha nombrado a Abdelaziz bin Saud para este cargo. Cabe recordar que Arabia Saudí es un sistema absolutista donde todo el poder está en manos del rey.
Mohammed bin Salman, de 31 años, era considerado ya antes como el hombre fuerte del país. Él ha sido el artífice de la guerra de Yemen y su fracaso allí le ha granjeado hostilidad dentro del reino.
La destitución de Bin Nayef tiene lugar en un momento en el que Arabia Saudí hace frente a una difícil situación en el interior y exterior. En el interior, la situación económica y social se ha deteriorado debido a los bajos precios del crudo, los enormes gastos militares y la guerra de Yemen.
Dentro del reino y de la propia familia real existen críticas contra el príncipe por su manejo de las crisis externas y su gestión de la economía. El gasto de más de 100.000 millones de dólares en armas de EEUU, destinado a comprar el apoyo norteamericano para el régimen saudí y especialmente para el propio Mohammed bin Salman, es considerado ruinoso para una economía en crisis como la saudí.
En el exterior, Arabia Saudí hacía ya frente a un conflicto en Yemen que resulta muy costoso para el país y ahora se ha embarcado en otra crisis con otro vecino, Qatar. También se ha ganado nuevos enemigos en el exterior, como Turquía, el movimiento de los Hermanos Musulmanes y el movimiento palestino Hamas.
La crisis de Qatar no ha tenido el resultado que Arabia Saudí esperaba. Su postura no ha tenido eco en el mundo árabe más allá de los EAU y Egipto. El régimen dictatorial de Bahrein, una marioneta de Arabia Saudí, carece de política exterior propia y su apoyo cuenta poco. El bloqueo a Qatar no ha sido efectivo y no sólo Irán y Turquía están ayudando al emirato con alimentos y corredores aéreos, sino que Doha también puede utilizar los puertos de Kuwait y Omán. Peor aún, la crisis de Qatar ha dividido de forma irreversible al Consejo de Cooperación del Golfo convirtiendo a éste en un instrumento inútil.
Turquía ha desplegado tropas en Qatar y EEUU mantiene una actitud ambigua, aunque su envío de dos barcos a un puerto qatarí permite deducir un cierto grado de apoyo al emirato frente a una posible agresión militar
Y ésta agresión militar era bastante posible, según el periódico libanés Diyar, que señala que Muhammad bin Salman estaba planeando ocupar el emirato y quizás usar su gas para financiar sus planes económicos. En este sentido, el bloqueo era un preludio político y psicológico para lanzar una tal operación. El envío de tropas turcas habría tenido como objetivo precisamente abortar tal plan. Para Arabia Saudí, el eje Ankara-Doha es ahora tan nocivo como su tradicional obsesión contra Irán.
En medio de estas crisis, el famoso plan de Bin Salman de la “Visión 2030” sobre una renovación económica del reino parece poco factible por la sencilla razón de que no hay fondos suficientes para su implementación.
Source: Varias