Occidente no sabe cómo describir el estado deplorable de la misión de la coalición estadounidense-británica Prosperity Guardian y de la misión europea Aspedis en el Mar Rojo, mientras los responsables militares y políticos, los medios de comunicación y los institutos de investigación están ocupados evaluando el estado de las fuerzas de sus países a la luz del fracaso de las dos misiones.
Occidente está estudiando actualmente la situación sin precedentes en “cientos de años”, que representa la pérdida del control sobre los cruces marítimos más importantes del mundo, y su impacto en el resto de focos de conflicto. Esta situación pone en peligro a la mayor alianza militar de la historia (la OTAN), a la luz del callejón sin salida del campo de batalla, la escasez de opciones disponibles y su elevado coste. Sin embargo, la actual administración estadounidense y sus aliados en Occidente y en la región de Asia Occidental no tienen más remedio que repetir los programas anteriores, sabiendo que son inútiles, después de haber probado todo lo que tenían a su alcance.
Ante el fracaso de los objetivos declarados, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU respondió a las críticas internas sobre el fracaso estadounidense en el Mar Rojo diciendo que EEUU había activado una estrategia contra el movimiento Ansarulá, incluidas sanciones y su designación como una organización “terrorista” global específicamente designada. Si esto indica algo, es que, con el tiempo que le queda a la actual administración, esta se limita a mantener el statu quo y a dejar que el asunto lo aborde la próxima administración, según Bloomberg, que señala que “quien asuma la presidencia estadounidense en 2025 tendrá que enfrentar el hecho de que EEUU perdió en el Mar Rojo, con todas las consecuencias globales que pueden resultar de eso”.
En consecuencia, Occidente se queda estupefacto ante la “derrota silenciosa”, según la propia descripción de los medios occidentales, que EEUU y la OTAN están afrontando. Tal vez lo que exacerba este asombro es la identidad del adversario inesperado, al que ninguna de las “potencias” ni sus líderes políticos ni sus agencias de inteligencia, que tienen una influencia, información y reclutamiento superiores, y la capacidad de estimar, anticipar y planificar a largo plazo, habían pensado jamás enfrentar.
Esto se produce en un momento delicado en el que las potencias occidentales están librando guerras contra Rusia, China, Irán y otros lugares del mundo. La ironía aquí es que este enemigo es un grupo armado asediado por todos lados en el extremo norte de Yemen, que se ha transformado en un tiempo récord en un estado poderoso que las agencias de inteligencia no pudieron anticipar y que sorprendió a Occidente, que había estado dominando las vías marítimas del mundo.
Bloomberg señaló que “el año pasado estuvo lleno de sorpresas, la mayor de las cuales fue el éxito de los huzíes, de quienes la mayoría de los estadounidenses nunca habían oído hablar, al derrotar a una superpotencia, en el desafío más serio a la libertad de navegación marítima en décadas”. Tal vez lo que más molesta a Occidente es el bajo coste del equipamiento yemení de fabricación local en comparación con el altísimo coste de las armas antiaéreas, sobre todo desde que el Pentágono anunció que “el coste de las defensas aéreas en el Mar Rojo es de mil dieciséis millones de dólares”.
Más grave aún, este fracaso tendrá repercusiones en el papel de EEUU en el mundo, especialmente entre los aliados de Washington que han comenzado a buscar distanciarse de él, en particular en Asia occidental y el Cuerno de África, dada la imposibilidad de que la Marina estadounidense y los aliados europeos puedan llegar a una solución militar decisiva para eliminar los ataques con misiles y drones yemeníes. Así lo expresó el sitio web de noticias israelí “Hamakom” cuando dijo que “EEUU fue incapaz de derrotar a los huzíes, y su fracaso en el Mar Rojo revela los límites de la hegemonía estadounidense en el mundo de hoy, y el débil desempeño de las flotas occidentales”. De hecho, Occidente está pasando actualmente de un estado de negación a una admisión del fracaso, y considerando los ataques en el Mar Rojo como eventos históricos que establecen un mundo post-hegemónico estadounidense.
Esto ocurre mientras los funcionarios estadounidenses siguen acudiendo en masa a visitar el portaaviones “Eisenhower” en Norfolk, Virginia, donde oficiales y soldados cuentan historias y relatos de días de terror y noches de miedo y tensión nerviosa. El sitio web militar estadounidense The War Zone escribió que “el Eisenhower finalmente regresó de la operación en el Mar Rojo, que terminó siendo una de las operaciones más peligrosas y agotadoras que la Marina estadounidense ha presenciado desde la Guerra de Corea”.
Source: Al Akhbar