El general libio Jalifa Haftar, que fue percibido por Occidente hace pocos años como un hombre providencial en la lucha contra los extremistas en Libia, se ha convertido hoy en una espina en el pie de la Casa Blanca. Haftar, que controla de hecho el Este del país y ha sido durante largo tiempo un agente a sueldo de la CIA, se niega a someterse al Gobierno de Unidad Nacional (GUN) de Trípoli -liderado por Fayez al Sarray y apoyado por los países occidentales- y podría poner así en riesgo la estabilidad del país.
Haftar fue un general del Ejército de Gadafi hasta 1987 cuando fue capturado en el Chad. Al año siguiente se convirtió en un agente norteamericano y participó en la operación de un grupo insurgente anti-Gadafi. Después del colapso de tal acción, se mudó a Virginia, con ocasionales viajes a Libia, donde participó en otros complots norteamericanos fallidos.
Cuando la OTAN impuso el cambio de régimen en Libia en 2011, el general Haftar fue rápido en realizar un retorno triunfal e intentó consolidar su poder. Él lanzó un golpe de estado en 2014, sin conseguir mucho. Hoy en día, él dirige el ejército del gobierno de Tobruk, reconocido por la ONU como el legítimo de Libia, pero opuesto al Gobierno de Unidad Nacional de Trípoli, apoyado por los países occidentales.
Este mal cálculo de EEUU, que pensaba poder contar con un general apoyado por los Emiratos Árabes Unidos y Egipto, recuerda la opción que Washington en Afganistán cuando, con el apoyo activo de la CIA, Osama bin Laden dirigió a los muyahidines que combatían contra las tropas soviéticas en dicho país antes de crear Al Qaida y declarar la guerra a EEUU.
A pesar de la crisis política en Libia, el GUN parece determinado a expulsar al EI de su principal bastión en África del Norte: la ciudad de Sirte. Los terroristas han perdido sus posiciones en la ciudad natal de Gadafi en una reciente ofensiva de tropas del GUN. Desde el 1 de agosto, estas últimas, respaldadas por la aviación estadounidense, han logrado liberar la mayor parte de la ciudad y los takfiris no controlan ya más que dos barrios de la misma.
Haftar, que combate al GUN por sus vínculos con las milicias islamistas, podría poner en peligro así todos los esfuerzos de la coalición occidental y conducir a la división de Libia. Cabe recordar que, aunque EEUU está ahora dirigiendo su atención hacia los ataques contra las fuerzas del EI en Libia, su objetivo a largo plazo es acabar con el poder de cualquier otra facción en el país opuesta al GUN. Y el principal obstáculo para ello son las sustanciales fuerzas militares bajo el control de Haftar, que parece poco dado a renunciar a sus propias ambiciones políticas.
Source: Agencias