El pueblo de Bahrein nunca olvidará lo que sucedió el sábado por la mañana y los hechos posteriores. Esa mañana que fue testigo de la aprobación por parte del rey de Bahrein de la ejecución de tres jóvenes inocentes en base a una historia fabricada por el régimen. Al día siguiente, las autoridades de Bahrein ejecutaron a los acusados con el apoyo de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y otros.
¿Por qué se fue emitida la sentencia de ejecución? ¿Cómo los cargos fabricados contra Abbas al Samia, Ali al Singace y Sami Mushaima les llevaron a la ejecución?
El 3 de marzo de 2014, las autoridades de Bahrein anunciaron que tres soldados fueron muertos junto con un oficial de los Emiratos Árabes Unidos en una explosión que tuvo lugar en la ciudad de Diyya, al norte del país.
Los bahreiníes siguen cuestionando esta historia. En ese momento, la gente de Diyya dijo que los cuatro militares fueron muertos por una explosión de la granada o bomba que estaba en la posesión del oficial de los EAU que llevaba a cabo una operación para reprimir a los bahreiníes dentro de sus aldeas seguras.
Horas más tarde, el Ministerio del Interior de Bahrein arrestó a “varios de los perpetradores de la explosión”. Antes de cualquier investigación, sus fotografías fueron mostradas en la televisión estatal, que afirmó su responsabilidad en el incidente.
Dentro de la prisión, la tortura era una rutina diaria para tres detenidos. Ellos fueron obligados a confesar con el fin de salvar la cara de Bahrein frente a los Emiratos Árabes Unidos. El régimen de Bahrein quería cerrar el caso con un “castigo” que satisficiera a los emiratíes sin llevarles a preguntar “¿Qué estaba haciendo nuestro oficial en Bahrein? ¿Qué estaba haciendo el Ejército de los EAU contra el pueblo desarmado de Bahrein?
En una grabación filtrada dentro de la prisión, el mártir Abbas Al Samia dijo: “Después de la explosión de Diyya y la muerte de Al Shehhi (el oficial emiratí Tariq al Shehhi), era necesario que el gobierno satisficiera a sus seguidores y a los Emiratos Árabes Unidos. Debía haber un chivo expiatorio, que son mis hermanos, la gente de mi pueblo y yo. Esto es lo que nos dijeron en las cámaras de tortura”.
Samia fue arrestado junto con sus cuatro hermanos, Mushaima fue arrestado junto con sus dos hermanos, además de Singace y un décimo detenido.
Durante la celebración del juicio, los abogados defensores presentaron un documento redactado por la escuela donde Samia trabajaba como profesor de deportes, demostrando que él estaba en la instalación en el momento de la explosión. Sin embargo, el tribunal ignoró el documento, despojó a Samia de su ciudadanía y le condenó a muerte.
Respecto al caso de Mushaima, el tribunal rechazó los testimonios ofrecidos por una veintena de testigos que informaron que estaba en casa el momento de la explosión. El tribunal no aceptó las declaraciones, le despojó de su ciudadanía y le condenó a muerte.
En cuanto a Singace, su madre confirmó que no había sido investigado en relación a la muerte del oficial de los EAU. A su hijo no le interrogaron sobre la explosión después de su arresto el 2 de abril de 2015 en la ciudad de Diraz, pero más tarde fue obligado a firmar un papel declarando que reconocía “su responsabilidad por la explosión de Diyya” y fue condenado a muerte.
El viernes pasado, el poder judicial de Bahrein aprobó las condenas a muerte y poco después el rey las ratificó. La sentencia fue ejecutada el domingo, el 15 de enero. Cuatro balas atravesaron el corazón de Samia, Mushaima y Singace.
Más tarde, los activistas opositores distribuyeron fotos de los tres jóvenes. La foto de Mushaima llevó a todos los que lo vieron a recordar nuevo sus palabras en la Plaza de la Perla en 2011, cuando el activista bahreiní Abdulhadi al Jawaya le preguntó sobre un arresto previo: “Después de la tortura que has estado sufriendo ¿continuarás con tus actividades o no?”
Sonriendo y lleno de confianza, Mushaima respondió: “¡Seguiré hasta la muerte!” La madre de Mushaima recordó la visita que le hizo en prisión después de la última detención. Su rostro estaba hinchado y sin dientes, y los efectos de quemaduras eran visibles en sus manos … Fue así como Mushaima fue obligado a firmar su confesión fabricada.
El nombre de Singace, que se negó a colaborar con el régimen, apareció por primera vez en los medios en 2012 cuando tenía 15 años. En aquel tiempo, él fue hallado en el suelo en un garaje de su ciudad, Sanabis, sin ropa. Más tarde, después de rechazar la oferta del régimen, un falso cargo fue fabricado contra él y fue sentenciado a 5 años de prisión. Él pasó días fugitivo. Ahora, su cuerpo ha hallado la paz en el cementerio de Mahuz tras su ejecución.
El sábado a medianoche, las autoridades del régimen enviaron a un hombre con un turbante a la prisión. Sin embargo, no se reunió con los tres jóvenes hasta las 03:00 a.m.
El enviado habló con los tres jóvenes y dijo que los encontraba listos para la ejecución. Les pidió que expresaran sus últimas voluntades. Singace y Samia pidieron orar y escribir un mensaje. Él les trajo papeles y bolígrafo para hacerlo. Mushaima expresó al hombre su última voluntad de forma oral.
El maestro mártir Abbas (Samia), como su madre le gusta llamarle, pidió llamar a sus padres para decirles adiós por última vez, pero su demanda fue rechazada.
Hasta ahora, las familias de los mártires no han recibido las voluntades y las pertenencias de sus hijos. Nadie será capaz de saber lo que dijeron. Pero ellos recuerdan las palabras de sus hijos. “Si el pueblo quiere triunfar, tendrá que hacer frente al opresor y sacrificar lo que tiene. No se obtienen los derechos sin sacrificios.”
Traducido por: Yusuf Fernandez
Source: Sitio de Al Manar