Pocos días después de la mega explosión que afectó la planta de fabricación de misiles de Tomer en “Israel”, donde se están desarrollando los misiles Arrow, lanzadores espaciales Shavit y misiles antiaéreos estadounidenses, así como proyectos de desarrollo de satélites militares el silencio informativo es más que total. A diferencia de las explosiones en Beirut el 4 de agosto de 2020, ningún analista estaba interesado en esta nube en forma de hongo que se elevó sobre Tomer, uno de los sitios con mayores barricadas en el corazón de la entidad sionista, el Gush Dan, que alberga las fábricas sionistas de alta tecnología, entre otras.
La versión oficial evoca una prueba controlada que habría salido mal pero ni el más crédulo de los observadores puede creerlo, ya que la entidad no tiene ningún misil que provoque una explosión tan grande, salvo obviamente sus bombas nucleares, y, además, con las medidas de seguridad vigentes en todo el mundo, no se puede realizar una prueba balística que pueda generar una nube en forma de hongo en medio de una zona residencial. ¿Qué fue lo que hizo estallar Tomer?
La respuesta a esta pregunta podría vincularse directamente a otro incidente de seguridad que ocurrió a principios de febrero y que fue también disfrazado por las autoridades sionistas como un “asalto de nómadas del Neguev” y que, sin embargo, afectó a uno de los componentes emblemáticos de la fuerza aérea sionista, el F-35. En febrero, la prensa israelí informó que “ladrones del Neguev” habían logrado penetrar en la base aérea de Nevatim y robar 40.000 balas allí.
Evidentemente, nadie creyó que un grupo de ladrones nómadas, por brillante que fuera, pudiera haber irrumpido en la base en cuestión rodeada de un muro de 5 metros de altura, alambre de púas y dispositivos de vigilancia. sin tener el apoyo de un tercero, capaz de eludir majestuosamente la vigilancia, infiltrarse directamente en los hangares del F-35 Adir en Nevatim y, sobre todo, según las filtraciones, “hackear una de las piezas más importantes de la aviónica de la aeronave”.
La mega explosión de Tomer tiene similitudes reales con este incidente y la prensa sionista ha vuelto al silencio tras inventar una historia no creíble. ¿Los atacantes lograron infiltrarse en las capas profundas del programa aeroespacial israelí? ¿Fue el factor humano el que jugó un papel central en esta explosión? Después de todo, el final de 2020 fue el escenario de una ola de ataques cibernéticos sin precedentes contra la agencia espacial israelí, los servicios secretos, varios ministerios y sitios vitales en “Israel”. El incidente de Tomer parece, pues, una operación espectacular en términos de precisión y penetración de alguien y no un simple “accidente”.
Source: Press TV